La dupla definitiva de Seijun Suzuki, recopilación de todas sus obsesiones estético-conceptuales y piezas sobre las que se levanta un prestigio más que merecido; «Tokyo Drifter» y «Branded to kill»
Prefiero el sabor de la estricnina pura
Tokyo Drifter (Tôkyô nagaremono)
Año: 1966
País: Japón
Fotografía: Shigeyoshi Mine
Música: Hajime Kaburagi
Guión: Kôhan Kawauchi
Reparto: Tetsuya Watari, Chieko Matsubara, Hideaki Nitani, Tyuji Kita
89 min.
Un delirio estético rematadamente “sixties” que no teme al ridículo y mezcla musical (esa memorable canción titular que canta el propio Tetsuya Watari, actor luego de los inflamables «yakuza eiga» de Kinji Fukasaku), thriller, comedia de tortazos y recursos robados del teatro, amalgamándolo todo con un aire de absurdidad y fatalismo absolutamente arrebatador que certifican a Suzuki como uno de los grandes formalistas de la historia, a la altura de Welles, Melville, Fisher o Bava.
You can call me Agent double O 666
Branded to kill (Koroshi no rakuin)
Año: 1967
País: Japón
Fotografía: Kazue Nagatsuka (B/N)
Música: Naozumi Yamamoto
Guión: Hachiro Guryu, Takeo Kimura, Chusei Sone, Atsushi Yamatoya
Reparto: Jo Shishido, Mariko Ogawa, Anne Mari, Koji Nambara, Isao Tamagawa
98 min.
El resultado es un film radical y delirante, más “nueva ola” que la “nueva ola”, que satiriza las convenciones del “noir” a base de estilizarlas hasta el absurdo, no existen los personajes como tales ( no hay dramaturgia, sino uso de tipologías) y la narración se vuelve asincrónica, contando con unas elipsis salvajes dentro de la misma secuencia o escena, una audacia formal que se mueve entre la inconsciencia y el experimentalismo de cuatro duros, y que le costó a Suzuki que le dieran la patada de la “Nikkatsu”. Con una puesta en escena libérrima y juguetona, repleta de encuadres imposibles (con esa fijación por colocar objetos entre los actores y la cámara para dividir el plano y forzar la visión del espectador) y combinaciones geométricas que aprovechan la arquitectura de los decorados, mezclando racionalismo y “pop-art”, un “score” átonal e hipnótico que suena a algo así como un cruce entre la bandas sonoras imaginarias de John Zorn y Barry Adamson con el “cool” de Miles Davis, préstamos del lenguaje y la estética del cómic (ese disparo a través de la cañería que Jim Jarmusch homenajeó en la estupenda “Ghost Dog”), expresionismo, simbolismo de herencia “kabuki”,… un festival de eclecticismo para dar forma (¿?) a una experiencia audiovisual que ni viéndose se cree. Si todo esto fuera poco hay que añadir una concepción del erotismo fetichista y enfermiza (el protagonista solo es capaz de excitarse con el aroma del arroz hervido), entre la parodia descarada y burlona y el frenesí “sadomaso”, genialmente interpretada por ese monstruo que es Jo Shishido, el mítico actor de los mofletes operados y especie de Klaus Kinski nipón, una personalidad inimitable e imprevisible, perfecto para el universo imposible de Suzuki.
Una reinterpretación del género refractaria a cualquier ortodoxia y, desde luego, nada complaciente, sino agresiva para con el espectador, al que desafía a través de una concepción ácrata del lenguaje y a una estrangulación de las convenciones y las expectativas, el resultado es la plasmación más pura del sentido del cine del autor, quizá la única vez dónde hizo todo lo que quiso, hasta el punto en que intento reeditarlo con un pretencioso y agobiante (auto) “remake” , la fastidiosa aunque nada despreciable “El baile de los sicarios” («Pistol Opera»), demencial merenguenado de surrealismo «kitsch» y estilización hasta el absurdo.
A ya vi tienes ahi unas críticas de Suzuki y sale en una Tetsuya Watari el de los Graveyard de Fukasaku
Je, je…si son de le época primitiva del blog. Mucho más cortas. Encima la entrevista en tres trozos con Suzuki la borro youtube.
Watari protagoniza Tokyo Drifter con la cara de galán aniñado que tenía entonces. En Japón era el terror de la nenas en aquellos años. Luego se empeño en cambiar su imagen y estilo interpretativo y Fukasaku le ayudó de manera clave con aquellas películas y personajes tan extremos.