Casi «arte povera» (involuntario, claro) cinematográfico para un autor por completo demencial, que se mueve entre la grandilocuencia impropia y la serie Z más astrosa. Con todas sus taras e impedimentos (presupuestarios, artísticos, técnicos,…) refulge una personalidad sin parangón en el cine latinoamericano y la convicción de atacar el género y personalizarlo de la manera más radical y narcisista vertiendo toda una ideología particularísima, extravagantemente articulada a través del terror, el cine y las referencias populares, la erudición campanuda y el misticismo pasado de rosca. Su corpus autoral está abierto a paralelismos con nuestro Jesús Franco (se le puede aplicar también aquel aserto de Román Gubern sobre «meditaciones sádico-necrofílico-erótico-sofisticadas») o con ese entrañable tronado de Alejandro Jodorowsky y desde luego ayuda a dar significado al término psicotrónico. Films desvencijados, divertidísimos, terroríficos y carentes de cualquier autoironía en donde los momentos cumbre se suceden sin solución de continuidad, en una escalada de maldades sin cuento y “gore” primario (dedos amputados, ojos enucleados por uñas kilométrica, caras putrefactas…entre otras lindezas) que convirtió a la película en todo un éxito y a Mojica Marins en todo un personaje, no solo entre el público sino también en los círculos intelectuales de la izquierda.
Rapidamente reivindicado como padrino y precursor del “cinema do lixo” (literalmente “cine de la basura”), un movimiento de origen paulista (el degradado barrio de Boca do Lixo), popular y provocador, que veía en Marins el precedente de su cine crudo, barato y desvergonzadamente vulgar. Una propuesta taquillera nacida del empuje de una serie de productoras que trasladoron su petatess al barrio dedicandose a produicir erotismo, violencia, aventura y lo que fuera con cuatro duros y mucha cara, conviviendo también con un cien marginal y “underground”. En cualquier caso, quedan unos trabajos notables, más allá de su carácter de entrañable artefacto “kitsch”, y piezas imprescindible para entender o introducirse en el “fantaterror” latinoamericano y en el estrambótico universo de un autor fagocitado por su propia creación y más complejo de lo aparente.
À meia-noite levarei sua alma ( A medianoche me llevaré tu alma)
Año: 1964
País: Brasil
Fotografía: Giorgio Attili
Música: Salatiel Coelho, Herminio Giménez
Guión:José Mojica Marins, Magda Mei, Waldomiro França
Reparto: José Mojica Marins, Magda Mei, Nivaldo Lima, Valéria Vasquez
84 min.
Primitivismo sin adulterar, creatividad a borbotones y una energía cruda que traspasa la pantalla, para la puesta de largo de Zé do Caixâo, iconoclasta sacrílego, existencialista a lo bruto, “sadiano” hasta las últimas consecuencias, sociópata con raptos de fuerza sobrehumana, descreído total, defensor de la infancia y exitoso empresario independiente de pompas fúnebres que disfruta riéndose de la ignorancia popular, torturando a sus convecinos, ciscándose en sus creencias y disfrutando en general del terror que provoca su figura tremebunda.
Está determinado a conseguir una nueva raza de hombres perfectos, un “homo-superior”, nacido de su propia sangre, ya que la sangre es la única verdad y el tiene “la verdad”, y de la de una mujer que sea su igual en todo (está casado pero esta no le vale, claro), una mujer que supere la moral de los humanos, la ley impuesta no la “ley natural”. Por desgracia la mejor candidata resulta ser la prometida de su mejor amigo, pero para Zê esto no será problema, ¿qué mejor prueba de superioridad que acabar con ese vínculo sin miramiento alguno?
Un personaje para la posteridad que se convertirá en deformado reflejo del propio autor. Partiendo de la capital influencia de los tétricos cómics de la “EC”, no solo implícitamente en el “look” de Zé o la atmosfera general, sino también explicitándolo en ese personaje de la gitana que prologa el film, advirtiendo directamente al espectador sobre lo que verá y las posibles consecuencias de semejante insensatez.

Esta noite encarnarei no teu cadáver (Esta noche poseeré tu cadáver)
Año: 1966
País: Brasil
Fotografía: Giorgio Attili
Música: Herminio Giménez
Guión: José Mojica Marins, Aldenora De Sa Porto
Reparto: José Mojica Marins, Wohlers, Nadia Freitas, Antonio Fracari, José Lobo
108 min.
Secuela/ampliación de «A medianoche me llevaré tu alma» (básicamente cuenta lo mismo pero ampliado y aún más pedantesco) y definitiva instauración del «alter-ego» de Marins, el infame Zé do Caixâo; antihéroe total, ofendedor hasta de Dios, ateísta recalcitrante, eugenésico buscador del hombre perfecto y filósofo nihilista vocacional. Pues eso, el malvado definitivo regresa al pueblo más autosuficiente que nunca decidido a dar con la mujer que tenga lo que hay que tener, en esta ocasión la hija del cacique local, para añadir así lucha de clases al coctel.Interpretado de un modo todavía más declamatorio y expresionista si eso era posible y con un personalismo ya un tanto irritante, devino auténtico icono pop en Brasil, desde tebeos y discos hasta apariciones televisivas y todo el «merchandising» imaginable.
Rodada a igual que su precedente en B/N germánico/ratonero reserva 15 minutos al color que son la parte más justificablemente celebrada de todo el film. Pura antología del delirio que ilustran una alucinada visita al infierno por parte del protagonista, al que un grimoso y espeluznante hombre escuálido embutido por completo en una viscosa malla negra (una imagen imborrable que antecede al aterrador Invuche, basado en cierta mitología chilena, convocado por Alan Moore en las páginas de “La cosa del pantano”) se aparece en el dormitorio de Zé para arrancarlo de su propia pesadilla y arrastrarlo a un infierno polícromo y nevado entre miembros, cabezas y torsos que surgen de las paredes de hielo, sádicas torturas y simbolismo desenfrenado.


colega te falta la critica-reseña de la 3 la encarnación del mal que es super salvaje
me refiero a la ultima película de Ze do Caixao
No la he visto, la verdad. Elegí este díptico por su unidad en todos los sentidos. En ellas está todo Marins antes de convertirse en su propia caricatura pop, con toneladas de caradura pero conectando también con el primitivismo del novo cinema brasileño.