Under the Skin: alienígenas del espacio interior o la ternura de los lobos

 

Cuando la loba miró a la oveja a los ojos ya no pudo seguir siendo una loba nunca más. Se apartó de la manada y hasta intentó comportarse como otra oveja hasta que se dio cuenta de que, bueno, no estaba construida de igual modo. Entonces ya no le quedaron ni los lobos, ni la ovejas y se apartó a la bosques. Pero se había vuelto frágil, había perdido el instinto y, en cierto sentido, había logrado convertirse en un curioso tipo de oveja, así que estaba expuesta a bestias igual de peligrosas que los lobos.

Under the Skin, basada en una novela de ciencia-ficción existencialista y metafísica que no conozco, se desarrolla para mí en un extraño punto convergente entre Nicolas Roeg, Grant Morrison y Stanley Kubrick. Una fábula en clave de psicodelia oscura, misteriosa y acariciante, donde la música repetitiva y las imágenes evocadoras ejercen de amnios audiovisual anestesiante. Glazer observa, a través de la mirada impasible primero, anempática, y conmovida después de su alienígena, una realidad igual de marciana y extraña, imposible de interpretar a partir solo de fragmentos, gestos, paisajes, comportamientos…

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Glasgow y sus alrededores, y sus habitantes, son paisaje y entes alienados, desconectados entre sí y del espacio del mismo modo en que lo están la textura de cámara oculta de los vagabundeos de la protagonista en búsqueda de presas y la hiperestilizada abducción de las mismas, que tiene lugar en un espacio negro brillante, un vinilo alucinado que completa la naturaleza de traumfilm, de película soñada, del conjunto. No existe transición entre espacios, entre percepciones y texturas. Lo fantástico aparece, perfecto y absorbente, con solo cruzar una puerta.

Un film suicida, una pieza de ese cine kamikaze del cual hablan en A tumba abierta. El cine kamikaze, de permeable melancolía que como otros películas del ahora –de The Lords of Salem a Only God Forgives pasando por A Field in England y otras- traslada el sentimiento de la película y la narración misma a un plano sensorial, incluso subliminal, donde unas imágenes/momentos, remiten/comentan otros, los complementan o bien los amplían, incluso por oposición. Lo mismo hace su banda de sonido, sintetizando el ruido, la música y el silencio en un continuo que crea el clima hipnótico particular, que vuelve receptivo al espectador a un tipo de narración diferente.

Elíptica y lacónica, hace de la abstracción su lenguaje, de lo inescrutable su arma emotiva, todo lo cual la convierte en una pieza de extrema coherencia interna, alienada ella misma, desconectada, en busca de una emoción humana rodeada/expuesta a un paisaje, urbano, natural y sobrenatural, sobrecogedor.

Y al fondo (o quizás en la superficie) el cuerpo como consumible, el cuerpo agredido/agresor, el cuerpo como arma cálida… y también los orificios y también la ternura.

8 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Lucía dice:

    Una crítica fantástica. Por la banda sonora y lo que cuentas parece que la película es algo extraña. De esas que las ves y no sabes si te gustan o no pero no puedes dejar de mirarlas. Al compararla con Only God Forguives me ha dado esa sensación, porque con esa me paso eso precisamente.

    Un saludo.

    1. Es una buen definición. Hasta que termina uno no sabe que pensar, pero oye, es hipnótica.

      Y muchas gracias, por cierto.

  2. John Space dice:

    Aprovecho para recomendar un bellísimo relato de Stanislaw Lem, «La máscara». Ignoro si esta novela/película será una historia similar, pero ahí queda.

    1. Lo ignoro yo también. Y anotada queda la recomendación.

      La novela en la cual se basa, por lo que he leído es muy diferente. Aquí Glazer la ha reducido al mínimo.

  3. Max Renn dice:

    Magnífica reseña. Concentras en unas pocas líneas un análisis muy acertado de una película arrebatadora y extraña en la que sumergirse de nuevo en cuanto aparezca edición en BD. Creo que va a admitir bastantes revisiones en las que descubrir algo nuevo: alguna clave más o alguna sensación más. Sublime.

    1. Pues mil gracias! Es una peli hecha a base de quitar, en lugar de poner; y eso ya es un gran mérito y mucho riesgo.

  4. Walder Messin dice:

    Mi peli del domingo.

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