Dust Devil, Richard Stanley, 1992, GB
En 1992, Richad Stanley se salió del cine para entrar en 1996 por la puerta falsa de La isla del doctor Moreau. Stanley, mago y alucinado, no cabía en las películas. Dust Devil, un ritual de cambio de cuerpos, sigue en un espacio (físico y metafísico) de frontera a un asesino místico perseguido por un policía comido por los recuerdos. Asociativa y heterogénea, sintetiza a Nicolas Roeg con el Spaghetti Western y el horror antropológico en una construcción (caótica) de imágenes saturadas, repeticiones y elipsis que alumbran una de las piezas clave del cine taumatúrgico.
Mi mujer es muy decente, dentro de lo que cabe, Antonio Drove, 1975, España
Tras su equívoco título de comedia de Alfonso Paso, una pieza extraña a múltiples manos, obra final de un cineasta a destiempo como Antonio Drove. No termina de cuajar en su heterogenia (costumbrismo excéntrico, fetichismo, perífrasis de clásicos USA, casticismo…) y arrastra una puesta en escena tirando a pedestre, pero ofrece desde la tercera vía un comentario pesimista, acre, tanto sobre a la humorada rijosa mayoritaria como sobre el un presente de maridos moralistas, esposas frustradas, queridas y babosos.
Dessau Dancers, Jan Martin Scharf, Alemania, 2014
Fantasía musical basada en sucesos históricos, que colorea la siniestra realidad de la RDA de mediados de los 80, ya cercana la caída del Muro. El break dance como expresión individual (y extranjerizante) se opone a su manipulación propagandista, homogeneizadora, en un conjunto de modesta rebeldía adolescente. Similar a mil y un productos juveniles, prefiere la superficialidad romántica y la estética de tonos acogedores frente a las posibilidades críticas o documentales. Cn cierto encanto si uno se olvida de los protagonistas guapísimos, la ropa nueva, las tres localizaciones y algunos dobles demasiado evidentes.
Pile ou face, Robert Enrico, 1980, Francia
Mitad polar de provincias, mitad comedia misógina (francesa al completo, por tanto), oscilando entre la cotidianidad y la farsa, sostenida por Noiret y Serrault, relata la progresiva amistad entre dos hombres de mediana edad (más francesidad desencantada), uno policía, otro sospechosos de la muerte de su esposa. El resultado es una lamentación mortecina y melancólica, alargada y autocompasiva sobre la soledad en un mundo que ya no se comprende y la necesidad de huir del mismo.
Amor tóxico, Norberto Ramos del Val, 2015, España
Comedia oral que no da risa, tragedia grotesca de unos Arniches en presente perplejo, Amor tóxico viene a ser la reencarnación de aquella comedia madrileña en la forma de un sainete en mal estado; o más bien cuya consumición produce acidez, incomodidad incluso física debido a su grado de impudor. Larga y redundante, singular y desafiante, progresivamente abstracta y jodida, se diría que comienza en Colomo, pasa por Manuel Summers y termina en el vecindario del Club Silencio visto por la cámara castiza de Jesús Franco. El agudo sentido del oficio (y del riesgo) de Ramos del Val, personalidad ya clave del cine uderground español, sirve como médium a sus guionistas y vuelve a mostrar un excelente trabajo con los actores.
Todo en un día (Ferris Bueller’s Day Off), John Hughes, 1986
Clásico de la comedia juvenil de los 80, arrolladora en un principio, progresivamente desgastada a partir de su secuencia musical central, sintetiza diferentes tonos y aglutina con armonía todo tipo de recursos cómicos. De naturaleza cercana a la fantasía, el humor surge por igual del gag verbal y del físico, así como de un montaje de precisión o la continua ruptura de la cuarta pared. Cínica y hedonista como sus propios tiempos, se desliza en la melancolía al desvelar de modo imprevisto su héroe una consciencia crepuscular que matiza su egoísmo. Por múltiples aspectos merece verse en comparativa con El lobo de Wall Street.
Priest (El sicario de Dios), Scott Stewart, 2011, USA
Vampiexploition clase B por parte de un cineasta que se ha especializado en algo así como el actioner religioso. Parte de un manga coreano (país con notable implantación del catolicismo, recuérdese) que mezcla western, postapocalipsis y fantasía superheroica oscura. La versión presente resulta ser un remake de Centauros del desierto, rodado como su fuese un Matrix del pobre, donde los indios son vampiros y los blancos siguen siendo los blancos, que sigue a un sacerdote renegado, brazo armado de un sistema industrial-teocrático, encarnado con su parsimoniosa elegancia por Paul Bettany. Heterogénea y esquemática, con pésimos actores-comparsa, se termina a la hora y cuarto pero sigue viva un raro más, por aquello de alcanzar una duración estándar.
The Spectacular Now (Aquí y ahora), James Ponsoldt, 2013, USA
Melodrama juvenil, de acabado elegante y profunda melancolía que al igual que el cine norteamericano de los 70 que evoca sin mimetizarlo, prefiere el estudio de caracteres a la búsqueda de si mismos que la narración de una historia. Ambientado en los suburbios de Athens y entre personajes de clase trabajadora, observa con sutileza el progresivo descenso al alcoholismo de su protagonista y como esto afecta a toda su vida. Excelentes Milles Teller y Shailene Woodley, rodeados de sólidos secundarios y emotiva sensación de honestidad, conocimiento de causa e intimidad.
Cherry 2000, Steve De Jarnatt, 1987, USA
Sátira futurista que acumula western postapocalíptico, comedia de acción y romance en la carretera con un tono/estética fugado de algún tebeo del periodo. La inconsistencia de la dirección (¡qué hubiese hecho Terry Gilliam con el mismo material!) desaprovecha los aciertos de diseño y las ideas maliciosas sobre incomunicación, estrés sexual y la deriva de una cultura capitalista del consumo y la felicidad prefabricada; esa que tan bien expresa la propia Cherry o el complejo de vacaciones y su grupo de alegres psicópatas.
Kiss Kiss Bang Bang, Shane Black, 2005, USA
Artefacto meta, que ironiza sobre el pulp y sobre su propia condición posmoderna mientras revisa a Raymond Chandler (con trazas de Elmore Leonard) y sus alambicadas tramas de hermanas, duplicidades y detectives románticos envueltos en la fauna angelina. Puesta en clave de buddy movie, es incansable en la réplica y farragosa en conjunto tanto en la propia narración como en la reflexión sobre la realidad disolviéndose en la ficción. Deriva hacia la acción estrepitosa y el humor negro tardo-ochentas/primeros-noventa, donde Black se curtió como guionista, convirtiendo en el proceso el impacto de la violencia en retórica de la misma.
Arma letal (Lethal Weapon), Richard Donner, 1987, USA
Película seminal en el cambio de paradigma del thriller urbano, o de las películas con acción a las películas de acción, realizada a partir de un molde establecido previamente por Walter Hill en el comic en movimiento Límite: 48 horas. Así, podemos comprobar la dislocación de la trama/lógica (el descubrimiento de una red de veteranos reciclados al tráficos de drogas, lo que conecta la película con el Vietnoir) en favor de la acumulación de clímax y a la aceleración de un ritmo que deroga cualquier sentido hasta culminar en una secuencia (la pelea de Mel Gibson y Gary Busey) donde de la vergüenza ajena alcanza el punto de lo sublime.
La cumbre escarlata (Crimson Peak), Guillermo del Toro, 2015, USA
Síntesis barroca de diferentes tendencias del relato gótico donde en lo estético y en lo espiritual, convergen, el victorianismo y sus páramos (sexuales, físicos, mentales…), el ciclo Poe-Corman, el kwaidan, la Hammer, los cómics EC o Warren, Bava y contemporáneos…. Junto a ellos, las propias tendencias recurrentes del director (insectos, subterráneos, fantasmas…) sublimadas por un diseño viviente en decorados y ropas, pero con la carga de una cámara que se mueve sin un criterio discernible y un montaje demasiado corto. Película ornamental, sus lugares comunes y su relato sobre el mal que hacen los humanos se justifican en la hipérbole estética de sus referentes.
Conexión tequila (Tequila Sunrise), Robert Towne, 1988, USA
Ininteligible y relamida traslación del melonoir de los 40/50 a los esteticistas 80, donde la incompetencia formal de Robert Towne solo se ve superada por una escritura perezosa y catastrófica. La amistad/rivalidad entre un policía y un ex-narcotraficante, ambos enamorados de la dueña de un restaurante, se articula (es un decir) en base a primeros planos de gente guapa, momentos de doloroso ridículo y algo que bien podría ser una historia. Todo muy irónico, muy romántico y muy (se supone) desencantado.
The Loveless, Kathryn Bigelow, 1981, USA
Estáticas composiciones en planos fijos, tomas largas, planos detalle aislados del conjunto, eternidad del gesto, fetichismo del objeto… Una pieza singular de la recreación estética de los 50 en la década de los 80, cuyo laconismo extremo e intrigante/perturbador minimalismo cristaliza en una versión arthouse de las películas de moteros. Lúbrica y espectral, recupera la tortuosidad sexual desafiante, la tensión homoerótica y el desafío social, buscándose en Kenneth Anger, las fuentes del pulp y el en rock’n’roll más pantanoso y pegajoso. Vance, el antihéroe encarnado por el serpentino Willem Dafoe compendia sus filosofía vital: “¡Hacia ningún lugar! ¡Rápido!”
Sleeping With Other People, Leslye Headland, 2015, USA
Comedia romántica sintiente, es decir realizada por humanos y para humanos, de costumbrismo estilizado, que contrabandea entre retazos de vergüenza ajena y otros de vulgaridad sacudidas de verdad y honestidad. El tema, claro, son las necesidades sexuales-románticas y el abismo de las mismas como máscaras de la soledad y el fracaso, articulado en diálogos rápidos y sostenido en el encanto y precisión de su pareja protagonista.
Sicario, Denis Villeneuve, 2015, USA
Thriller ideológicamente siniestro, y a última hora glorificador de la figura del ejecutor solitario (capturado en dramático contrapicado) y el para-Sistema, entre el reciclado truculento del procedimental de los 40 y la atmósfera abisal del de los 70, articulado mediante técnicas de “empotrado” y una fotografía/montaje/puesta en escena/música exactos, en especial en su primer tercio. Relata, sin respetar el punto de vista original (tal vez debido a la nula credibilidad de la protagonista) y en base a un guión nefasto, todo aquello que va mal de la “guerra contra las drogas” mirando el otro lado de la frontera como una geografía (física y humana) infernal que hay que contener como sea.
Sobrenatural (Supernatural), Victor Halperin, 1933, USA
Clásico del cine esotérico, en coherencia oscuro y semiolvidado, donde el excéntrico Victor Halperin introduce en poco más de una hora de metraje asesinas en serie, psiquiatría alucinada, transmigración, fantasmas y espiritistas ful. Lleno de detalles que sugieren la superposición de mundos y más ágil en cuanto a técnica cinematográfica que su previa, y no menos singular, White Zombie, coloca su trama de estafas y venganzas postmortem en el mundo art déco de la clase alta neoyorkina, se apoya en la genial Carole Lombard en lo que en la práctica es un doble papel y cuante con un último tercio hipnótico, puro pulp.
Vi anoche Amor tóxico y creo que la película -y el guión- habría ganado con otro medium
Tú crees? Pienso que Norberto entiende bien el material. Eso y que pocos pueden revolverse en tan poco presupuesto.