Delincuentes, Juan Fortuny, 1957, España
Noir catequista sin mayores medios ni talento que parece hecho una década antes de su fecha. Sigue la historia de un joven delincuente decidido a igualar la leyenda de su padre, un gangster marsellés llamado el Caid y el regreso de esto, reformado por la cárcel. Hay cierto valor en su austeridad forzosa, donde la cámara apenas se mueve y el plano es por lo general frontal, detalles pintorescos/sórdidos, voluntad de bolsilibro y hasta intenciones metatextuales, pero poco tienen que hacer frente la verbosidad o las espantosas interpretaciones.
Palombella Rossa, Nanni Moretti, 1989, Italia
Despedida de Michele Apicella, el habitual alter ego angustiado y neurótico de Moretti, a través de quien comenta la deriva histórico-política de Italia mediante una técnica de discurso y anti-discurso. Con la memoria perdida y jugando un partido de waterpolo, este se ve constantemente interrumpido por recuerdos de infancia, personajes pirandellianos y obsesiones varias. Muy hábil en cuanto a montaje, algunas cosas son ininteligibles fuero no ya de Italia, si no del PCI de un momento muy determinado, pero el humorismo singular y el gesto poético perduran.
Caro Diario, Nanni Moretti, 1993, Italia
Autobiografía mínima donde Moretti prescinde de la persona interpuesta y al tiempo depura todos sus recursos anteriores. Sencilla y sofisticada, antinaturalista pero sin artificio, alcanza aquí la serenidad para construir imágenes penetrantes al tiempo que presenta un verdadero cine popular que mira y habla con sinceridad, humor y ternura. Moretti, gruñón y neurótico, inocente y por tanto todavía capaz de la perplejidad, celebra todo, incluida la tristeza, en un película que contiene una carrera completa, con cada una de sus piezas por igual autónomas y perfectamente rimadas donde su estructura explica en el último capítulo la felicidad del primero e invita a reiniciarlo. Capolavoro.
Roughshod, Mark Robson, 1949, EEUU
Western al estilo espartano de la RKO y elementos de melodrama que pareciendo contar la típica venganza de un forajido contra un ranchero habla del proceso de reasimilación social de un grupo de prostitutas, a quienes el tal ranchero, moralista y áspero, ayuda en su viaje. Excelentes Gloria Grahame y John Ireland y tiroteo final dominado por el eco de los disparos que contiene un detalle genial: la voz de Ireland sigue sonando después de que este haya muerto.
Abril (Aprile), Nanni Moretti, Italia, 1998
Extensión/variación de Caro Diario, donde Moretti liga su vida, la llegada de la paternidad, el bloqueo creativo…a la Italia del auge de Silvio Berlusconi y la disolución de la izquierda. Autoficción y sátira, por igual absurda y ácida, desde una postura personal(ista), ética y tierna que termina tal y como aquella empezaba: en Vespa, en la alegría.
La juventud (Youth/La giovinezza), Paolo Sorrentino, Italia, 2015
Especie de revisión, paroxística y amanerada, de Las consecuencias del amor (un personaje pasivo que recibe la vida en un espacio abstracto, en esta ocasión un balneario/purgatorio, donde todo es puesto a su disposición) formalmente contraria a La gran belleza: si aquella era una película de movimiento esta lo es de composición. La presencia de las escenas parece responder únicamente a lo bien que hayan quedado fotografiadas y encuadradas, a la imagen espectacular, al ala obviedad estrepitosa, mientras la segunda hora redunda sobre la primera y toda ella sobre el Sorrentino anterior hasta componer un Grandes Éxitos autoadmirativo y hasta autocompasivo.
La traque, Serge Leroy, 1975, Francia
Horror rural francés, de un periodo donde esto fue discurso, sobre una partida de caza que termina en la violación y persecución de una joven, encarnada por una de las actrices-víctima predilectas de los 70, Mimsy Farmer. De estética feista y solo tosca en apariencia, lleva su estilo directo hacia la abstracción, lo simbólico (el túnel como paso sin retorno, la munición de una escopeta como pérdida de la voluntad individual…) y lo crítico. No es sutil, pero si eficiente (por descarnada) en su traducción narrativo-visual de ese mismo discurso, seca en la violencia, hábil en el empleo del paisaje y los rostros y culmina en un clímax espeluznante.
Jawbone, Thomas Napper, GB, 2017
Kitchen Sink Rocky, escrito y producido por su protagonista, el excelente característico Johnny Harris, se diría que con el fin de romper con su nicho. En ese sentido plenamente lograda, la actuación es excelente, se ciñe en lo demás a una versión modesta de El luchador, repitiendo estilo formal/diseño de sonido/banda sonora minimalista/poética del cuerpo machacado/fragilidad masculina a través de la violencia… Rodada como otras mil películas a lo largo de los últimos años lo más interesante es como a consecuencia de sus medios de producción la historia se mantiene en el esqueleto y se impone un tránsito hacia la total abstracción que deja fuera de foco cualquier cosa que no esté pegada al personaje.
Fort Yuma, Lesley Selander, 1955, EEUU
Un destacamento de caballería liderado por un teniente racista, sanguinario e hipócrita es acosado por un grupo de indios durante su ruta para entregar víveres. En el interior de la caravana sus propias tensiones raciales-sexuales. Western de frontera microscópico, en los cuales Selander estaba especializado, pero lejos de sus mejores logros violentos. El discurso es curioso, pero la película mala al ser incapaz de superar en historia/ejecución su pobreza de medios. Aún así, algún buen momento, como la escaramuza que diezma a los soldados, anticipo del final de La venganza de Ulzana.
La feria de la vida (State Fair), Henry King, 1933, EEUU
En el ecosistema americano de una feria los hijos de unos granjeros descubren otro mudo y otras relaciones en lo que es una pausa casi fantástica de su realidad. Comedia folk que pese a estar fabricada la medida de Will Rogers termina por orillar a este hacia una divertida subtrama (el concurso de su esplendoroso cerdo) y centrándose los romances de los hijos, en especial en el personaje de la espléndida Janet Gaynor. Perfila lo que será un parte importante del cine de King, el Americana, y está llena tanto de delicadeza como de energía visual, con travellings (de acercamiento, laterales) rapidísimos, barridos y tomas subjetivas en una montaña rusa. Hermoso final, de esos que escriben los tópicos.
La casa sin fronteras, Pedro Olea, 1972, España
Un joven ingenuo recién llegado a la ciudad es seducido por una sociedad secreta. Su primera misión será rastrear a su predecesor. Relato opaco-paranoide de fuerte influencia languiana (complots, identidades cambiadas, culpa inefable…) y reminiscencias a La séptima víctima rodado por Olea durante su mejor época, donde particulariza las tendencias existencialistas del cine español “de autor” del periodo mediante imágenes por igual misteriosas, sórdidas y ordinarias. Seco y adusto, con algunos problemas de montaje brusco en exceso y gran uso de unas localizaciones que traducen a la perfección lo entristecido y pesimista de todo el asunto.
La gran coartada, José Luis Madrid, 1963, España
El empleado de una empresa minera dedicado a trasportar la nóminas aprovecha un accidente de coche para desaparecer con el dinero y darse por muerto. Noir español de muy válida premisa argumental que apenas aprovecha, deteniendo por completo cualquier intriga y dedicándose a tratar de llegar como sea a una duración estrenable. Sin sangre ni tensión, amaga lo que pudo haber sido en los últimos veinte minutos a base de giros argumentales; el último de una incoherencia tan brutal y tan abrupta que por sí mismo explica las limitaciones del género en el contexto español. Mal dirigido, formalmente vulgar y con mediocres (en el mejor de los casos) interpretaciones lo más interesante es lo desagradables que son los dos personajes masculinos, uno por pusilánime, el otro por baboso.
Air Mail, John Ford, 1932, EEUU
Día a día en una posta de correo aéreo. Sentido del deber y del humor, heroísmo sin alardes, estoicismo… El tema parece de Hawks, pero su manejo, su modo de prescindir de la historia y centrase en el gesto, en el detalle pintoresco o de carácter, el modo compasivo de mirar dejando el plano siempre un segundo más es puramente fordiano. Muy concisa, con buenas secuencias de acción, en especial el emocionante rescate final, y secundarios geniales.
El marginal (Le marginal), Jacques Deray, Francia, 1983
Cine francés macho en formato Belmondo, donde el personaje recurrente de este (mercenario/criminal/policía) siempre renegado e individualista) parece habitar una suerte de exploit de The French Conection, con desvíos a ambientes de A la caza incluso. En definitiva, acción física con Belmondo jugándose el tipo, entre Marsella y el barrio de París a donde es desterrado y leve trama donde persigue a un escurridizo Henry Silva mientras resuelve entuertos menores y se pelea a puñetazos. Válida en cuanto a su sentido primario, concisión y simplicidad en la puesta en escena.
Un pastelero trotskista. ¿Jennifer Beals? [Pensando en Pasolini mientras va en moto; no hay ruido, no hay voz en off, sólo música, lo necesario] ¿Qué hace la jirafa? «Ahora tengo gaaanas de bailar…» ¡No tienen donde dormir! In the last episode of… Y un vaso de agua.
Pues eso, inolvidable.
Es un de esas pelis para pasar a la historia con ella. Toda me parece maravillosa, pero En mi vespa… eso es felicidad destilada.