(017) Octubre / 14+2

Hondo, John Farrow, 1953, EEUU

Western de acción, rodado en 3D, donde las mejores escenas son las conversaciones íntimas, las pausas rodadas con un estilo desnudo, naturalista. Soberbios entonces Geraldine Page y John Wayne hablando con aspereza de la vida fronteriza y lo relativo de todo. Western de héroe solitario que encuentra compañía, lleno de poso icónicas de Wayne y un poco variación Raíces profundas pero con relato (luego novela) de Louis L’Amour y guerras indias en lugar de ganaderas de por medio. Genial frase final que sustancia la llegad de los colonos al territorio ya domesticado por parte del protagonista, que no pertenece del todo ni a un lugar ni al otro: “- Es el fin de un modo de vida. Lástima, era uno bueno”.

Bushwick, Jonathan Milott,  Cary Murnion, EEUU, 2017

El albor de una nueva guerra de Secesión centrada en el asalto sobre un barrio neoyorkino, la reacción del mismo y en como par de personajes tratan de escapar. Acción política pesimista que como The Purge se mira en la mecánica del videojuego y en la concisión de John Carpenter, si bien a través truco formal y la lógica del “cine inmersivo”: todo está presentado como si fuese una larga toma continua. En principio se logra cierta sensación agobiante de inminencia, pero la fórmula se agota un tanto en lo redundante de los cortes y en como las puntuales variaciones desnudan el artificio.

Message From the King, Fabrice Du Welz, Francia-EEUU, 2017

(Black)Exploit de Driver con héroe silencioso capaz de una gran violencia a la búsqueda de su hermana mientras machaca criminales, arribistas y pervertidos. Elementos de todos sitios (thriller coreano, liamneesonismos, vigilantismo…) y nula personalidad por parte de un director que ha solido tenerla. Hay cierta intención en mantener la ambigüedad de protagonista y una ya redundante visión de Los Ángeles como sumidero.

Asignatura pendiente, José Luis Garci, 1977, España

Primer largo de Garci y en cierto modo contenedor perfecto, por su honestidad, de toda una parte de su obra y sensibilidad. Inmediata y reflexiva, habla con acento nostálgico de una generación, la suya, extraviada en un cambio que ni fue como lo imaginaron ni fue tal. La fantasía choca contra una realidad sórdida y deprimente y hace oscilar el tono entre la ilusión y la resignación mientras la deriva histórica se entremezcla con la sentimental, a su vez un intento lleno de patetismo por recapturar el pasado. Excelentes personajes femeninos y el valor de presentar a un protagonista egoísta y desagradable que, progresivamente, se ha convertido en todo lo que despreciaba.

Pilgrimage, Brendan Muldowney, Irlanda, 2017

Un grupo de monjes irlandeses intentan trasladar una reliquia por un territorio en guerra. Aventuras teológicas adeptas al modo de representación naturalista-televisivo –suciedad ambiental, sordidez, cámara al hombro, planos cercanos…- con una textura que remite al Valhalla Rising de Widding-Refn o a Ben Wheatley. Las discusiones sobre el sentido/utilidad de la fe se salpican de violencia agreste en una deriva hacia el absurdo entre algún buen momento de uso del paisaje –la escaramuza en la niebla-, cierta concisión y un reparto que parece no corresponder a la modestia industrial de la película.

The Hunter’s Prayer, Jonathan Mostow, 2017, GB-USA

Thriller entre mercenarios que todavía sangra el estilo Bourne. Incapaz de dar cohesión a sus dispersos elementos de interés se sostiene en la concisión de su planteamiento, la aspereza en la plasmación de la violencia y la frialdad de los paisajes europeos durante poco menos de una hora, para precipitarse luego hacia lo ridículo y caer de lleno en lo grimoso. Tampoco el progresivo decaimiento formal ayuda, con alguna escena ortopédica que hace pensar que si algún día Mostow supo hacer serie B, ahora se le ha olvidado.

Por amor al arte (The Shape of Things), Neil LaBute, 2003, EEUU

LaBute adapta su propia pieza teatral, lo que se nota en la rígida división en escenas, llevando la comedia romántica hacia el experimento conductista. El resultado es su habitual mixtura de crueldad, gelidez paródica, pretenciosidad intelectual, obviedad crítica y ramalazos misóginos. Buenas interpretaciones femeninas, en especial Gretchen Mol, un Paul Rudd que parece estar en otra película e interesante trabajo con el color.

The Keeping Room, Daniel Barber, EEUU, 2014

En plena Guerra Civil tres mujeres, dos hermanas blancas y su criada negra, viven aisladas en los restos de una granja. Allí llegan dos violentos exploradores nordistas. Localización de western (o de época) y modos de terror para una home invasión de atmósfera lúgubre, fantasmagórica y un sentido pegajoso de la sordidez ya mostrado en Harry Brown. El paisaje en absoluto remite a la geografía americana (de hecho se rodó en Rumanía) y el conjunto funciona cuanto más austero aparece, en la sequedad de su violencia y en la tensión en las relaciones, pero cualquier aspecto reflexivo/metafórico/discursivo supera por mucho la capacidad de su director.

Wonder Woman, Patty Jenkins, EEUU, 2017

Patty Jenkins lleva más de una década dirigiendo televisión y se nota. La película tiene hasta sus propias pausas dramáticas para los anuncios, instantes, detalles, de suspense que no conducen a nada. Parece una miniserie condensada donde las divisiones de los capítulos son visibles., mal montada (con feos planos de reacción aislados del conjunto) pero al menos inteligible. Los que pelean son muñecos digitales gomosos, pero en las escenas de intimidad –un pequeño bote, un baile tras la batalla donde nieva…- se vuelven gente de verdad. Es curioso (tal vez no) que lo mejor de una película aparatosa sea cuando no hay ruido y se puede hablar. Como en las fiestas, cuando al final lo memorable es ese pequeño momento. Es bobalicona y se va ralentizando hasta ser solo boba, siempre por debajo de su protagonista y la actriz que la encarna, que constantemente parece descubrir y descubrirse. Nunca bastante demodé, está atada a modos de representación digital del presente y a recursos (argumentales, visuales, dramáticos) de tercera mano reciente. Hay muerte y horror a mansalva, pero no sangre. Tampoco mayor reflexión sobre el fracaso de situar al personaje combatiendo la Gran Guerra y hacerlo desaparecer luego hasta el presente, como si nunca más hubiese sido necesario.

Cruce de caminos (The Place Beyond the Pines), Derek Cianfrance, 2012, EEUU

Melodrama criminal en tres tiempos que son tres películas distintas y en progresión a peor: la primera un relato de tono setentero sobre el “drifter” de la mitología americana, el segundo un remake de Copland y el tercero un lazo sobre el fatalismo de la historia de un moralismo atroz. Así, los hijos de los protagonistas de los dos primeros, recrean el trágico momento que unió a sus padres: un ladrón romántico y un policía inexperto pero ambicioso. Un lío todo. Pretenciosa, interminable y folletinesca sin ningún sentido irónico, de escritura tópica y plomizo formalismo de película que se piensa importantísima.

Ley Criminal (Criminal LawMartin Campbell, 1988, EEUU

Psychothriller moral sobre un abogado cuestionándose al descubrir en su defendido a un auténtico asesino en serie. Primer película de Campbell recién importado desde la vigorosa televisión británica de los 80 y conservando esa impronta (consistencia en el tono, energía formal, sentido de la sordidez, claridad narrativa), así como la particular textura en la luz o la sequedad en el montaje que acercan el conjunto al terror. La historia, en cambio, no soporta el peso;  carece de concisión y sobrándole  pretensiones  no se atreve a meterse a fondo en los territorios oscuros que plantea.

El membrillo (La balance), Bob Swaim, Francia, 1982

Un policía presiona a una delincuente caído en desgracia y su novia puta con el fin de usarlo como chivatos. Polar de síntesis, entre la sordidez, el costumbrismo, la ironía respecto a los modelos americanos y el humor negro con un tono general de tebeo. Dirige un americano trotamundos, se usa con brillantez el ambiguo físico de los dos protagonistas y la violencia salta de la pantalla mientras la línea entre criminales y policías se disuelve.

Confidential Assignment (Gongjo), Kim Sung-hoon, Corea del Sur, 2017

Película de colegas canónica que entre ráfagas de acción bromea con el habitual tropo del thriller surcoreano del superagente del Norte; en esta ocasión (como en otras antes) formando pareja con su contrario (en todos los aspectos) sureño. Llena de cortes de montaje superfluos, repetitiva en todo incluso en sus secuencias de acción física, contagiada de aspectos occidentales como la sucesión de finales y con un tono de comedia de situación en las, por otra parte, agradables escenas domésticas.

Kong: la Isla Calavera (Kong:  Skull Island), Jordan Vogt-Roberts, EEUU, 2017

Aunque tenga tantos planos pajilleros como cualquier armatoste de Michael Bay o Zach Snyder, pese a que la cámara se mueva hacia cualquier lado y todo esté muy editado porque hay que dar sensación de que algo se hace, como los malos trabajadores, pese a sus canciones reutilizadas en mil y un veces, su fritanga referencial y acercarse por momentos al límite de Tropic Thunder… funciona. Lo hace porque reconoce lo básico, Kong es un (super)héroe épico, porque enseña a su criatura romántica con orgullo y con ella todo está a la vista, porque abraza la raíz y la lógica pulp de todo el invento, por estar rodada en escenarios reales y no entre pantallas en un hangar y porque pese a lo aparatoso, su economía de representación sigue siendo la de la serie B. Válida como remake (oblicuo) de la original, válida como apropiación/americanización del kaiju eiga, válida incluso como crítica (atebeada) del Vietnam.

 

 

The Last Panthers (1-6), Jack Thorne/Johan Renck, GB-Francia, 2015

Un robo de diamantes en Marsella pone en funcionamiento las diferentes ramificaciones –un ambicioso policía marsellés de origen árabe intentando limpiar sus barrios, una investigadora de seguros británica que fue soldado en los Balcanes, una antiguo combatiente de los Tigres de Arkan y hoy último ladrón honorable…- de una gran conspiración criminal desde las calles a los despachos políticos y económicos. Lo más interesante, la conexión del gran dinero, la política y el crimen organizado a pequeña o mayor escala, termina por diluirse en ese exceso de tramas (alguna superflua y desgajada del conjunto) y puntos de vista que de continuo se interrumpen los unos a los otros. Así, estas historias no se usan para enriquecerse o complementarse, sino para dilatar el suspense de modo artificial, como atajos y trucos de guión, resolviéndose además todo entre lealtades/relaciones familiares/personales. Complicada, prolija, azarosa, tópica, interminable y vista a través de un filtro de color cemento que la hace todavía más plomiza y pretenciosa. Falso prestigio televisivo con estupendos actores.

Gunpowder (BBC 1-3), Ronan Bennett/J Blakeson, GB, 2017

Seca recreación de los sucesos y personajes del Motín de la pólvora, que toma elementos reconocibles del relato de aventuras de capa y espada de acuerdo a una  óptica seducida por el realismo sucio y la recreación truculenta. No poco maniquea, por tanto, con un acabado tenebroso de pintura de época, de voluntad lacónica y sólido reparto, fuerza el suspense pero respeta el hecho.

 

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. John Space dice:

    WW es un apunte. Interesante, pero sólo un apunte. En manos más capaces se hubieran desarrollado mejor temas como la candidez amazona frente a la naturaleza humana. Gadot no es muy expresiva que digamos, aunque resulte mona en ocasiones, Pine está simplemente ahí, y el sosias de Sammy Davis Jr. no canta. Por lo demás, más cámara lenta que un anuncio de la Champions, demasiados filtros, y en general excesivamnte digital (¿cuándo volverá el vinilo cinematográfico?).

    1. Normalucha. Y más larga que un día sin pan. Ella si me gusta para el personaje.

      1. John Space dice:

        Pues nada, a ver JL. Ah, sí: si ella y Ares eran hermanos, ¿significa esto que ella es ahora el Dios de la Guerra? Leo en los créditos un agradecimiento a Azzarello, y me pregunto si hay algo de su WW en este film.

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