Le Rapace, José Giovanni, 1968, Francia
Un mercenario es contratado para llevar a cabo un magnicidio en alguna república latinoamericana, nada saldrá según lo previsto claro. Lino Ventura resume un mundo en su rostro y viéndola pienso en la tradición europea del género, en su influencia sobre cosas como el Bernard Prince de Hermann y Greg, en Peckinpah y en el William Friedkin de Carga Maldita. También en su parentesco con el spaghetti western de ambiente revolucionario, pero diferenciado tanto por su desencanto político como por su ausencia de retórica formal. Hay en ella un sentido de la aventura y de la masculinidad privativa de Giovanni, una postura ético-vital expresada en un estilo brusco, sin adornos que como en otras ocasiones se sustancia en la relación de mutuo aprendizaje entre hombres de distintas edades.
Sierra, Alfred E. Green, 1950, EEUU
Un western pastoral minúsculo pero con elementos singulares. Entre ellos Wanda Hendrix ejerciendo de abogada defensora del héroe o Burl Ives punteando el metraje de canciones folk que dan al conjunto un aire de balada. El resto es un gran uso del paisaje, de inspiración bucólica, a través del cual se reivindica la sencillez moral del americano mediante su asociación de carácter respecto a los caballos salvajes que Audie Murphy intenta capturar.
Eliminators, James Nunn, 2016, GB
Acción seca desde ese lugar al cual ha ido a parar la serie b, con un ex -agente enfrentado a su suegro, traficante de armas a quien en el pasado estuvo a punto de atrapar. En realidad todo el argumento, desarrollo de personajes, conflicto, etc…está formulando sucintamente en off, en un fuera de campo dramático. El resto es clímax, dilatado a lo largo de un día frenético, donde el protagonista persigue un objetivo y él es, a su vez, perseguido por un feroz asesino a sueldo. Como en distintas ficciones contemporáneas, Londres parece un lugar tan aséptico y moderno como peligroso, retratado en luces ácidas y la violencia trata de ofrecerse en continuidad, con los menos cortes posibles y la mayor contundencia.
Close Range, Isaac Florentine, 2015, EEUU
Ejemplo de la reconversión de géneros/industria, de la adecuación de una misma tradición a distintos contextos, que no es otra cosa que un western barato de los 50 como película de acción marcial barata de los 2010. Con plena conciencia en este caso, subrayada por escenario, música, caracteres, etc… Con una sola localización y malos actores, exprime tanto las habilidades/carisma de Adkins como el sentido del espacio y la economía narrativa de su director.
Ninja. Shadow of a Tear, Isaac Florentine, 2013, EEUU
No he visto la primera, pero esta entrega tiene fama de ser lo mejor del binomio Florentine-Adkins. Casi seguro que es cierto. La historia es tan pedestre como uno se imagina, mezclando ese western por otros medios que tantas veces es el cine marcial con la propia tradición de las películas de ninjas. Es decir, clanes enfrentados con objetivos opuestos que se remontan en el tiempo, en este caso hasta las selvas del sudeste asiático durante la 2ª GM en una escena inesperadamente lírica cuando el héroe encuentre un cementerio olvidado, y allí, un antiguo uniforme y armas. La escena condensa un sentido respeto por los elementos de los subgéneros a los que pertenece, sin intención de revisarlos. Hay cierto sentido ritual en todo ello. El resto, bueno, una venganza, un hombre manipulado y, lo que importa, soberbias secuencias marciales donde todo está expuesto en continuidad, al igual que la sencilla correspondencia de planos explica la historia por sí misma. Eso sitúa el elogio hacia un modo de hacer, conciso, físico, económico por encima de cuestiones de presupuesto o dramaturgia manida.
Undisputed III: Redemption, Isaac Florentine, 2010, EEUU
Tercera entrega de una saga que inició Walter Hill, pero a la cual la personalidad combinada de Florentine y Adkins dieron su verdadera naturaleza. El sentimiento es el mismo, un western carcelario sobre la búsqueda de la dignidad personal, pero todo avanza progresivamente hacia el pulp, en un combinado de peli de gladiadores modernos y toque casi de spaghetti western. Todo ello llevado al extremo al tomar al villano con honor de la entrega anterior y reconstruirlo como héroe.
Black Panther, Ryan Coogler, 2017, EEUU
Como otras películas Marvel anteriores, Black Panther es un ejercicio de autoconsumo. Es como si estuviese hecha de reciclados de títulos anteriores, a los que además se añade esta vez el reciente James Bond de un modo literal en exceso. Al final todo son trozos ya testados ensamblados en un producto como nuevo y más barato de lo que pretende aparentar. El CGI es terrible, y la falsa continuidad de cámara y acción lo delatan. Cuando no, está rodada como cualquier serie de televisión, con los personajes bien enfocados en el centro de la imagen y un fondo que da igual pese al bonito diseño de vestuario e interiores. Hay magia y hay tecnología que es como magia, tan disparatada y siempre funcionando a conveniencia. Hay algo en toda esas realidad Marvel que me resulta cada vez más difícil de asumir. Es un mundo como el nuestro, pro con una tecnología del año 3000 y una de las dos cosas no puede ser. En Pantera Negra esto es más exagerado, con una tensión entre tribalismo y futurismo que, pienso, sobrepasa las intenciones de la película. Llama la atención como pese a vivir en una utopía africanista todos parecen estar deseando matarse entre ellos y lo hacen a la menos oportunidad. Sobre el discurso ideológico…es curioso el apego a la realeza y a cuatro personas que, literalmente, lo hacen todo. Pero, bueno, forma parte de esa incoherencia entre desarrollo y política que no es tanto pulp, como empanada bastante ambigua.
Of Unknown Origin, George Pan Cosmatos, 1983, EEUU
Terror doméstico sobre un yuppie estresado que comienza una batalla campal contra una rata que merodea su casa. No es una temática extraña a los 90, quiero decir la paranoia de la clase capitalista agresiva, pero en este caso está planteado dentro de unos límites estrictos, minimalistas, muy bien explotados. Se combina la atmósfera amenazante (ruidos, sombras, sensación constante de ser observado…) con la explicitud grotesca de planos subjetivos o detalle que alimentan la presencia del animal y la degeneración mental del protagonista dentro de un espíritu de serie B casi existencialista, con algo de Matheson en ella. Aunque, tal vez, carga algo la mano en el subrayado simbólico a través de citas frontales a Moby Dick o El viejo y el mar.
Aquel excitante curso (Fast Times at Ridgemont High), Amy Heckerling, 1982, EEUU
Comedia de instituto que esquiva el tono general a través de prescindir de una línea argumental, prefiriendo una colección de viñetas más o menos hiladas través de un grupo de personajes protagonistas y su cotidianidad dentro y fuera del instituto. Establece el centro comercial como el otro punto esencial de la experiencia adolescente USA y mantiene siempre un tono uniforme, sincero, muy poco romántico o exagerado, pese a puntuales fugas al absurdo o lo grosero. Excelente reparto y banda sonora power popera, estilo sin lustre pero muy medido e influencia notable sobre obras como Dazed and Confused o Freaks and Geeks.
Laissez bronzer les cadavres!, Hélène Cattet y Bruno Forzani, 2017, Bélgica
No había visto nada hasta ahora del dúo Cattet/Forzani, pero supongo esta representativa de un modo personal de recoger el cine bis europeo en el punto en el cual se quedó y no desde una postura posmoderna. Aquí se sirven de una novela de Jean Patrick Manchette (a cuatro manos junto a Jean-Pierre Bastid) y aunque esta en particular no la he leído, si puede seguir percibiéndose a Manchette tras haber sido procesada por los cineastas. Perdura su sentido de la violencia, su humor atravesado y lo lúdico tras la brutalidad. Cattet y Forzani lo amplifican, llevándolo hacia el sueño y recordando algo que muchos revisionistas obvian de ese cine que intentan reeditar: la carga sexual. Laissez es fetichista y salvaje, minuciosa y libérrima, fragmentada y compacta por igual, recordando a Mocky y Caiano, a Questi y Jodorowsky, a Kümel y al Bava de Canni Arrabbiatti o Bahía de sangre. Pero sin citar, desde lo propio, desde un acercamiento surrealista particular y no desde la recreación o el préstamo, mientras revelan la cercanía, las variaciones sobre algo general, que eran los géneros populares, el polar, el giallo, el spaghetti western…
Berberian Sound Studio, Peter Strickland, GB, 2012, GB
Una película muy curiosa que establece una relación vampírica, o de absorción, con el cine recrea…sin recrearlo. Ese permanece en off, pero contaminando, apropiándose hasta que una película es devorada por la otra película y convirtiéndose en La película. Tiene algo de Pupi Avati haciendo La Conversación, de Nicolas Roeg y de Arrebato, es decir una lectura paranoica de la realidad, pero no se pierde en la cita, sino que conserva una personalidad propia, misteriosa, con un buen trabajo sobre los aspectos materiales y, al tiempo, una notable capacidad de sugestión.
Tumbleweed, Nathan Juran, 1953, EEUU
Tumbleweed es seguramente un subproducto de Flecha rota, incluyendo algún momento casi idéntico, marcado por su estructura de producción. Así, tiende reconduce su historia hacia el minimalismo y la abstracción. Ahí radica su singularidad, haciendo desear que la aventura del hombre perseguido y el espacio mineral que anticipa la abstracción de Monte Hellman fuese todo. Mostrando que para hacer un western solo hace falta un hombre y su caballo. El resto, sin estar mal, es como una interrupción de lo otro, como una película corriente en lugar de algo especial. Lo más interesante, además de la economía expresiva típica de la serie b, está en los secundarios y el violento clímax donde de nuevo el paisaje es elemento capital.
The Wall, Doug Liman, 2017, EEUU
Película bélica mínima producida por Amazon, lo que viene a ser ocupar el espacio de los productos para video o los Estrenos TV, sobre el enfrentamiento entre dos soldados americanos y un maquiavélico francotirador iraquí. Hay cierta tensión general, intenciones simbólicas (de la abstracción al cierre irónico/circular) y un buen uso del espacio, pero también una necesidad patológica por recurrir al melodramatismo y el psicologismo, desconfiando de la capacidad de la experiencia física y el gesto por sí mismo. Al final, resulta que solo parece concisa y austera por limitaciones externas (presupuesto, localización, etc…) y podría prescindir de minutaje y planos.
Cast a Long Shadow, Thomas Carr, 1959, EEUU
Western de rancheros, que parece inspirarse en algunos aspectos de Río Rojo, pero también compartir otros con el oscuro western de Joseph H. Lewis, The Halliday Brand aunque al contrario que en ellos, aquí el patriarca está en off. Carr dirigió numerosos westerns, así como seriales (Superman, por ejemplo) y televisión y se nota. Más que conciso o austero es tosco y torpe, como si se hubiese remontado de cualquier manera un metraje mayor pese a puntuales aciertos de composición o continuidad dramática. Todo parece algo a destiempo en ella y está llena de momentos repetitivos. Lo más interesante es ver a Murphy algo fuera de arquetipo, encarnando al heredero bastardo del imperio; un personaje desagradable y amargado, que bordea el alcoholismo y cuya redención es increíble por completo.
La chica de rosa (Pretty in Pink), Howard Deutch, 1986, EEUU
Más melodrama juvenil que comedia, pese a sus puntuales fugas excéntricas o sus gags recurrentes, retoma elementos/personajes previos de Hughes trabajados ahora desde una postura más amarga, taciturna y, sobre todo, lúcida. Nunca resulta condescendiente ni ridiculiza o banaliza las aspiraciones y realidades de sus personajes. Así, habla críticamente de aspectos de clase o género y solo concede al final, cuando no parece atreverse a la conclusión verista y da la de cuento de hadas. Formidable interpretación de Molly Ringwald y Harry Dean Stanton, padre e hija con una relación tierna y doliente.
Anatomy of a Psycho, Boris Petroff, 1961, EEUU
Película de explotación que coge cosas de aquí y de allá y con tres localizaciones y cuatro duros monta una trama con esa cualidad hipócrita habitual: denunciar algo al tiempo que se explota. Aquí, la progresiva caída en el crimen de un muchacho traumatizado por la ejecución de su hermano mayor, delincuente juvenil. Tiene algún detalle curioso (el protagonista marcado físicamente, el policía que prefiere comprender en lugar de reprimir…) y algún detalle barroco en la imagen, extremadamente barata por otro lado; pero las nefastas interpretaciones y el tramo que escenifica un juicio resultan muy difíciles de superar.
Flash Point, Wilson Yip, Hong Kong, 2007
Parte de la fértil colaboración entre Yip y el actor Donnie Yen, cuenta el enfrentamiento entre dos policías, uno de ellos infiltrado, y una banda de escurridizos narcotraficantes vietnamitas. Situada antes de la unificación, en los 90, viene a ser un cruce entre el éxito de Infernal Affairs y la actualización de la tremendista saga Police Story, ya practicada por la pareja en la previa Kill Zone. Así, cualquier peso (melo)dramático, se ve superado por la visceralidad de la acción y la trama elude lo enrevesado y/o complejo a favor de una sencillez funcional que se apoya en un gran uso del espacio.
Undisputed II: Last Man Standing, Isaac Florentine, EEUU,2006
Remake más que secuela de la película original de Hill adecua el boxeo a los nuevos tiempos de las artes marciales mixtas y la producción a la internacionalización bajo bandera corsaria norteamericana. El resto es lo mismo, pero con un estilo sin florituras enfocado a capturar la ejecución de la violencia sin mayores interferencias mientras explota un relato que sigue, dentro de un esquema carcelario, la ética del western. Por debajo, una historia de redención y la instauración de una némesis honorable, no tanto villano, en la figura de Scott Adkins como Yuri Boyka.
Kill Zone (SPL: Sha po lang), Wilson Yip, Hong Kong, 2005
Un obsesivo policía y un despiadado mafioso se enfrentan a lo largo del tiempo en un duelo que supera el deber profesional y se enreda en las tragedias personales. Entre medias, un agente de sangre caliente opuesto a los métodos corruptos de uno y a lo que el otro significa. Mas aturullada que concisa, de un melodramatismo violento contiene trazas de diversas épocas/tendencias del cine hongkonés y cimentó tanto la sociedad Yip/Yen como la creación de una saga (autónoma) que se extiende hasta el presente.
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