Tal parece que, puestos a la cola, los grandes cineastas olvidados esperan turno para la reivindicación. Entonces alguien canta un número, sale el que toque y todos nos ponemos a escarbar en su vida y milagros entre el asombro y la vergüenza. Desengañémonos, en el 90% de los casos alguien ya lo ha hecho antes…