Aquel cine, desde aquella Europa: Hecho en Europa. Cine de géneros europeo, 1960 -1979. La versión extendida

Con la intención de darle un poquillo de continuidad (veremos si luego puedo mantenerla)a la «esbilla literaria popular», recupero la versión íntegra, publicada en su día en el portal Cinearchivo del jusgoso libro colectivo Hecho en Europa. Cine de géneros europeo, 1960 -1979, que se une así a los libros de Ángel Comas sobre Anthony Mann y de Carlos Aguilar (quien volverá a no mucho tardar por aquí) revisitando a Sergio Leone, a los cuales  acompañará en breve otro excelente trabajo publicado en Cátedra durante el año 2010, una monografía del gran Jerry Lewis a cargo de Pablo Pérez Rubio y probablemente otra más de esta misma editorial entorno a Robert Aldrich, bajo responsabilidad directa de Jaime Iglesias Gamboa. Sin más:

Al comprador potencial, al aficionado o al curioso sencillamente, este librito puede pasarle desapercibido o ser directamente desdeñado en una rápida ecuación que relacione, errónea y apresuradamente, calidad y extensión. En tiempos de libros al peso un mini-volumen como este Hecho en Europa que hace de la síntesis su mayor virtud quizás parezca un pescadilla y en un mar de cetáceos. La realidad es que resulta una obra más que recomendable, especialmente para el lector (espectador) que desee un mapa útil y manejable con el que moverse en el ingobernable territorio del cinema bis, en esas dos décadas (el marco cronológico se concreta entre 1960 y 1979) y esos cuatro países que protagonizaron la edad de oro de las coproducciones: Italia, Francia, Alemania y España, dejando la presencia de Inglaterra muy reducida, quizás para una segunda ocasión o bien debido a la “especificidad” de su cinematografía de género y a su escasísima participación en este sistema de financiación, rodaje y distribución.

Auspiciado por el Ayuntamiento de Gijón a través de la Fundación Municipal de Cultura y editado con medios ajustados (se hecha de menos el color interior) pero suficientes para cumplir con el objetivo, esta prologado por Jesús Parrado, valedor del cine-derribo desde el ya veterano (doce ediciones) festival popular Peor Imposible y coordinado, amén de diseñado y maquetado con su buen gusto habitual, por el fundamental Javier G. Romero, fundador, director y responsable máximo de la que es la mejor publicación sobre el cine de género aparecida nunca en España, la monumental revista Quatermass. En muchos aspectos esta guía es una variación reducida e inmediata de la antedicha publicación (lo que ya es garantía mayor), una factor subrayado por el concurso de una nómina de colaboradores habitual de la órbita de la misma, aunque no solo ya que nombres como Carlos Aguilar, Antonio José Navarro, Tomás Fernández Valentí o el dúo Ramón Freixas y Joan Bassa, son entidades singulares de la crítica y la historiografía cinematográfica que, por si solos, avalan la profesionalidad, el criterio y el talento de cualquier publicación. En este caso una panorámica no por incompleta (¿sería posible de otro modo?) menos comestible, no por breve menos valiosa. Un viaje a toda velocidad que da cuenta de la increíble variedad, del abigarramiento y la efervescencia de un momento irrepetible de la historia de Europa y no solo del cine en Europa.

Lee Van Cleef martirizando a Marilú Tolo en la coproducción italoalemana de 1968 Commandos (Armando Crispino)

Nino Ortea abre fuego con el capítulo más comprometido, “Visión Global”. Obligatoriamente superficial por razones de espacio que impiden la contemplación del sinnúmero de variables que alumbraron está época de prodigios y desfachatez acierta a engastar los movimientos culturales, las estrategias comerciales, la decadencia del modelo hollywoodiense y dos factores tan determinares como fueron el azar y la oportunidad.

George Hilto en Tempo di massacro (Lucio Fulci, 1966)

En el segundo Antonio José Navarro entra de lleno en el spaghetti-western con su intensidad habitual deteniéndose en las marcas personales del mismo. Sus personajes anti-heroicos, su nueva amoralidad, la violencia extendiéndose por todos los rincones de metraje e historias, su estética de la mitología bárbara, la estilización enloquecida de su modelo americano…. Brillante y enjundioso, un resumen potente del que es, seguramente, el género más importante (por producción y duración en el tiempo) de entre los surgidos en la época. Por desgracia se acoge en exclusiva al eurowestern post-Leone, quedando relegadas la interesantes aportaciones previas del cine español (Joaquín Romero-Marchent, principalmente) o del alemán a través de los entrañables Winnetou y Old Shaterhand creados por Karl May y que aparecerán en un apartado posterior centrado en las adaptaciones de novelas.

“Por algunos tanques menos” es la cabecera que usa Carlos Aguilar en el primero de sus textos, muy interesante por cuanto se centra en el poco estudiado género bélico nacido al calor comercial del atronador éxito de los Doce del patíbulo (Robert Aldrich, 1966). Quizás sea el autor que más cómodo se encuentra en el formato gracias a su bien entrenado músculo en las distancias cortas y a su prosa exacta y afilada. Define con precisión y repasa sin miramientos las entretelas de un sub-género necio y monocorde como pocos que cuenta con escasísimas aportaciones de interés (Y Dios dijo a Cain de Giuliano Montaldo o Mercenarios sin gloria, comenzada por René Clement y finalizada por André de Toth, por encima de cualquier otro subproducto con gracia) y ninguna base sólida en la que apoyarse. Lo mejor, el recuerdo emocionado para con un terceto inolvidable de villanos: Curd Jürgens, Anton Diffring y Klaus Kinski.

Pablo Fernández abre el apartado dedicado al Fantástico con un recorrido por las variantes británicas, italiana y española que se detiene en títulos señeros y remarca sus características fundamentales con mucho acierto. Perjudicado por la falta de espacia el artículo resulta una tanto esquemático pero clarificador, al preocuparse por contextualizar los movimientos en su propio marco sociopolítico. La ciencia ficción es vista por Pablo Herranz pasando por Italia, Francia, Inglaterra y España y da como resultado uno de lo capítulos de más interesantes, debido a lo escasamente tratado del género. Nuevamente queda claro como los diferentes países y sus contextos (sensibilidades estéticas, posibilidades técnico-económicas,…) determinan los distintos enfoques sobre la materia. Parcial, sin duda (encima se quedan fuera las atractivas escuelas del Este) pero meritorio como prospección.

El tríptico centrado en el cine de aventuras es inaugurado por los imprescindibles Freixas y Bassa con arreglo a su barroquismo habitual y a su desarmante ironía. Partiendo de la base de que es una variante genérica necesitada de unos presupuestos lustrosos, los autores aplican su mirada, nunca condescendiente, siempre divertida, sobre las lujosas películas francesas o las indigentes producciones italo-española con idéntica vara de medir y ante el bostezo que les provoca un género que da vueltas sobre argumentos y personajes una y otra vez, prefieren  rebuscar entre sus orígenes para rescatar a directores como Mario Soldati y el primer Riccardo Freda o joyas atemporales como I pirati de capri, dirigida por Edgard G. Ulmer en 1949. El relevo es tomado por la entrada dedicada al poco tratado tema de las aventuras coloniales, por segunda vez interviene Antonio José Navarro, esta vez apurando la posibilidad de un discurso político en la entraña del sub-género. Espléndidamente argumentado y briosamente escrito, no solo consigna un puñado de títulos poco vistos sino que los cruza con los piratas por intermediación de Sagari y Sabatini en su variante más estrictamente “aventuresca”, y avanza hacia los terrenos desmitificadores (Entre la fantasía y el panfleto político, se subtitula el asunto), mientras ilumina títulos tan sugestivos como The Stranglers of Bombay (Terence Fisher, 1960) o El terror de los Tongs (Anthony Bushell, 1961). Únicamente queda extrañarse por la incomprensible ausencia del magnífico Zulu (1964) de Cy Endfield.

Tomás Fernández Valentí penca con el que seguramente es la sección más extravagante y el cine más birrioso de todo el volumen, repasando el legado de los hijos (y sobrinos y primos) tontos de Tarzán en un apartado descacharrante que el autor afronta con su habitual claridad expositiva y una tonelada de sentido del humor. Contra pronóstico logra uno de los capítulos más jugosos del libro partiendo del peor material posible. No está tan lucido en cambio en su siguiente cometido,  la primera entrada de las tres dedicados al euro-thriller, donde entrega un trabajo irregular (como excusa hay que reconocer que el empeño era titánico) no especialmente inspirado al hablar de Francia y especialmente del caso italiano (poco estudiado todavía) o el

Heinz Drache, hombre bueno del krimi

inglés, sorprendentemente pobre y obviando la corajuda escuela gangsteril de finales de los 70. Aunque se entona notablemente al reivindicar el krimi alemán -por cierto, una cinematografía popular emergente como queda apuntado a lo largo de todo el libro- y al detenerse en el tristemente olvidado caso español. Invisible y ninguneado por sistema, pese a fogonazos de vitalidad dignos de revisar.

El burbujeante y descaradamente camp spionistico encuentra en Carlos Aguilar a su mejor valedor, redondeando un trabajo de desbroce que se centra, primero en las características de estos pseudo-bonds y se lanza después a un ágil conteo que descarta memeces e ilumina logros olvidados, como los trabajos del excelente Sergio Sollima con el agente 3s3, los delirios autoconscientes de Jesús Franco o, incluso, cintas de rara personalidad como el Assassination (1967) de Emilio Miraglia, más cerca de la sordidez que del encanto internacional.

Giorgio Ardisson: Agente 3S3

El giallo cierra el círculo con una nueva aportación de Freixas y Bass, atemperando su habitual sintaxis juguetona para desentraña las coordenadas de un género italiano por antonomasia, perverso (la belleza del acto de matar) y ambiguo por naturaleza (la importancia del punto de vista) que además enlazan con el clima sociopolítico de la Italia de la época (algo muy similar a lo ocurrido con el auge del poliziottesco durante los “años de plomo”), con la inseguridad, el miedo y la violencia, amenazas intangibles, lacerantes y psicológicas a la fragilidad de lo conseguido.

El cuarteto de cierre se aleja del estricto género, del análisis de movimientos para centrarse en la confluencias/influencias con/de factores capitales a la evolución de los mismo, ingredientes de un potaje multirrefrencial, inconscientemente post-moderno. Carlos Aguilar firma uno de los mejores textos del libro bajo el título de “Casi se ve, casi se toca”, rendido canto a las diosas de un celuloide imposible, sirenas de turbador erotismo, malsano atractivo y fundamental importancia en el éxito del invento. Fascinación de cine de barrio y corporeización de un imaginario ideal irrepetible. ¿Mis favorita? Barbara Steele, Marisa Mell, Soledad Miranda, Marilu Tolo, Florinda Bolkan, Edwige Fenech, Rosalba Neri…

La relación entre literatura y cine popular europeo recae en Alfredo Lara López, que empieza dubitativo y termina satisfaciendo pese a lo, nuevamente, fragmentario del esfuerzo. Quedan expuestas, en cualquier caso las diversas naturalezas de esta relación: desde las adaptaciones de títulos clásicos (convenientemente re-explotadas sin piedad luego) hasta la vida paralela/equivalente de los bolsilibros y la literatura de kiosko.

Javier G. Romero avanza por esta misma (u otra muy parecida) senda para desentrañar las relaciones entre el lenguaje del cómic y sus contrapartida cinematográfica en base a las adaptaciones que se emprendieron en los 60 y 70, de las que salió un montón de morralla, algunos títulos divertidísimos y una obra maestra como el Diabolik (1968) de Mario Bava, precisamente aquella que superaba sus orígenes por los cuatro costados al tiempo que integraba con fluidez y estilo el lenguaje y el ritmo propios de la viñeta. Una relación tormentosa que se mueve entre la hibridación, el malentendido, la mímesis y la condescendencia, dando cuenta de que las diferencias profundas son más determinantes que los parentescos superficiales. Despedida y cierre con un recuerdo a las capitales bandas sonoras de la época, razón insoslayable de la tremenda potencia comercial del cine de género de la época y en muchas ocasiones tan por encima de los filmes a los que pertenecían que los hacían parecer hasta buenos. Ángel García Romero repasa por países la evolución musical europea (nueva atención destacada a las aportaciones alemanas y sanción para la pobreza española) aunque Morricone se imponga como figura esencial, atravesando fronteras, géneros y estilos, en definitiva creando una sincrética sonoridad nueva, rabiosamente diferente, absolutamente arrebatadora, símbolo perfecto de un cine y una época.

19 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Belén dice:

    ¡Qué fotazas! Conocía el libro o al menos el título. ¡Qué cine más entrañable! Ojalá se recuperara…

    1. Alimaña dice:

      Estupenda la foto de la Edwige Fenech, un icono de mi juventud, tenía el poder de convertir mis noches de insomnio en otras húmedas… me gustaba mas que comer con los dedos

      Saludos

      1. Era (es) una vedadera diosa. Tengo unas cuantas fotillas suyas por ahí que, como esta, cortan la respiración.

    2. Confieso que la verdadera razón para rescatar esta reseña fue la de ilustrarla a lo lujoso.

  2. John Space dice:

    Cómprese de este libro cuantos más ejemplares, mejor. No solamente para regalar, sino también para tirar a la cabeza de todo aquel que ose identificar el cine europeo con el tedio.

    1. Quitando a los franceses, que siguen contando con una nada despreciable escuela de cine comercial, alguna cosilla británica y rarezas aquí y allá, la Europa de los géneros ha desaparcedido al completo,sustituyendo la personalidad propia por un mimetismo del peor cine americano. Muy triste.

  3. Creo que hizo usted una reseña sobre el libro ¿no? Reitero lo dicho entonces. Lo vía nada más salir en una fnac, cometí el erro de dejarlo pasar y ahora no hay manera. Probaré en alguna librería de internet…

    1. Si, si…vamos que es esta misma recuperada del sueño de los justos. Había sido publicad originalmente en Cinearchivo y aquí solo había aparecido la introducción.

      Es un libro sorprendente, puede parecer poca cosa pero es comestible al 100%.

  4. samuel dice:

    encontraré este libro… aunque sea lo último que haga!!!

    un saludo

  5. paco bas dice:

    Que tiempos aquellos, ojala volviera algo parecido, ahora parece que todo lo que se hace es cine de «autor»

    1. El sentido de la artesanía está muy poco valorado. Y es una pena, pero tanto el sistema de producción como el espíritu que lo aminaba está finiquitados.

  6. paco bas dice:

    Mario Bava o Sergio Leone los grandes de aquella época entre tantos otros buenos o malos

  7. paco bas dice:

    Aunque yo creo que Michelle soavi, Darío Argento y Ruggero Deodato, aún hicieron algo de interés en los 80, o hasta las locuras de Lucio Fulci tienen su gracia para mi, lo terrible son algunas producciones de serie C que deben estar entre lo peor del cine como los subproductos de zombi y de canibales y hasta falsas segundas partes de éxitos

    1. A a prtir del 78/79 la cosa se limita a sacar trozos del cadaver mientras todavía esta caliente. Todos aquellos subproductos pandillero-postapocalípticos y las ensaladas de zombies e higadillos no son mucho más que infracine. Estéticamente son infames, imaginativamente nulos.

  8. paco bas dice:

    Entonces consideraras como terribles phenomena de Argento, Demons de Lamberto Bava o Dellamorte Dellamore de Soavi

  9. paco bas dice:

    empezaron a hacer mezclas absurdas de mad max, the warriors, o 1997 rescate en nueva york, aún así por su desverguenza solo superada por el cine japonés actual, tiene cierto encanto de cine basura de otra época

  10. samuel dice:

    el libro es estupendo, al fin lo estoy disfrutando…

    ¡qué razón tienes con lo poco valorada que está la «artesanía»! por alguna tonta razón tiene más prestigio el denominado cine de autor que el cine de género, y los artesanos, y no veo que uno sea mejor que otro, quizá sea lo de siempre, que igual que el terror y el erotismo, e incluso la comedia, son relegados con frecuencia en los premios, lo que tiene connotaciones populares se desprestigia inmediatamente mientras que aquello ratificado como alta cultura, aunque a veces sea de lo más indigesto, pues eso se entroniza por decreto… quizá sea eso, lo de la supuesta alta y baja cultura… presunta alta cultura

    ah, magnífico artículo, qué labor haces!!!

    1. En mi opinión el formón que ofrece el género es el mejor medio desde el cual introducir las mayores complejidades y los mensajes más audaces.

      Por lo demás, gracias.

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