Un (otro) vistazo al cine del Este (aunque el cine checo sea puramente centroeuropeo ) en su versión menos reconcentrada, sesuda, “festivalera” (recordar que en los 60 y 70 el cine del telón de acero, mano a mano con lo nórdico y las cinematografías de América latina, estas un tanto más descolgadas con sus “cines nuevos”, ocupaban el sitio de iraníes, orientales en general y cuanto más ignotos mejor o nuevamente los “cines nuevos” de América latina en el panorama más o menos contemporáneo. Porque el cine se ha movido pero el cine de festivales no, siguen proyectándose los mismos pestiños de incomunicación que parecen conservados en formol desde los años de la intelectualidad, pero ahora en digital eso si, cine con fecha de caducidad, productos que ya eran coyunturales en su propio tiempo, el mismo discurso, la misma pedantería ombliguista pero con juguetes nuevos) y equivocadamente experimental, es decir que toma el experimento por el experimento agotándose en si mismo, sin darse cuenta de que para ser rompedor lo primero que se necesita es algo que romper. Bueno y después de estos exabruptos que tampoco vienen muy a cuento (supongo que son lo efluvios “arty” del FICXixon, muy recomendable por otra parte para ver películas que de otra manera nunca se podrían ver y otras que nunca se deberían haber rodado) abro el circo de tres pistas de Oldrich Lipský, popularísimo autor checo maestro de la escuela cómico-paródica del país y heredero de Karel Zeman y su concepción del cine como lugar mágico donde la imaginación es el límite.
Refrescos para el niño y la niña
Lemonade Joe (Limonádový Joe aneb Konská opera, Joe Kolaloca)
Año: 1964
País: Checoslovaquia
99 min.
Fotografía: Vladimír Novotný
Música: Jan Rychlík y Vlastimil Hála
Guión: Oldrich Lipský y Jirí Brdecka
Reparto: Karel Fiala, Milos Kopecký, Kveta Fialová, Olinka Berova, Rudolf Deyl
Un auténtico festival emprendido por el excéntrico talento checo del director con arreglo a su irresistible sentido del cine (y a la participación de otro talento como el guionista y animador Jirí Brdecka, indisociable de algunos de los mayores logros de su filmografía), un maravilloso combinado de “non-sense”, imaginación sin ataduras, circo y “cartoon”, guiños al mudo, robos estéticos del mago Karel Zeman ( ese uso de los filtros de color, amarillos, rojos, azules, verdes o anaranjados, según convenga a la escena, a veces con intención dramática, a veces chocantes), “gags” a cada plano y cualquier cosa que se le ocurra.
Todo ello con la forma de una opereta que bebe del cabaret a lo Kurt Weill, del «Tin Pan Alley», de la ensoñación country o la reinterpretación “jazzy”, del “ragtime” y de Gilbert & Sullivan, para dar forma (libérrima pero forma al fin y al cabo) a un mundo imposible en el que la única norma es la risa.
Sofisticadísima conceptualmente y muy trabajada formalmente, plagada de detalles y recursos asombrosos en los que la cámara y la puesta en escena están permanentemente al servicio de la comicidad (genial el momento en el que los pasos retumbantes del héroe hacen tambalear el encuadre), que abarca alegremente el chiste de mamporros y la sátira empresarial.
Manual del detective moderno
Nick Carter, aquel loco, loco, loco detective (Adéla jeste nevecerela)
Año: 1977
País: Checoslovaquia
102 min.
Fotografía: Jaroslav Kucera
Música: Jaroslav Kucera
Guión: Jirí Brdecka
Reparto: Michal Docolomanský, Rudolf Hrusínský, Milos Kopecký, Ladislav Pesek, Nada Konvalinková
Lipský dirige ahora sus dardos no de curaré sino de admiración rendida, que no quiere decir desprovista de mala leche sino sazonada de cariño, hacía los “pulp” en general y al personaje del infalible detective y hombre de acción Nick Carter en particular, un éxito de finales del XIX y principios del XX, que protagonizó multitud de “bolsilibros”, seriales radiofónicos, tebeos y películas entre ellas una célebre trilogía con Walter Pidgeon (Eddie Constantine también lo interpretaría en Francia) como el «maestro de detectives» y dirigidas dos de ella nada menos que por el gran Jacques Tourneur. Aquí reclamado desde Praga para encontrar a un perro (si, si Carter no discrimina lo mayor de lo menor) desaparecido topándose casualmente con su archinémesis, ¡El Botánico!, un despendolado científico loco al que interpreta ese genio total que fue Milos Kopeky, creador de una planta devoradora de hombres (la Adele que no ha cenado todavía del título original y que guiña un ojo al Corman de “The little shop of horrors”)) entre otros prodigios, que incluyen el rosal mucama que se mueve al rimo de una flauta hindú o la planta cuyas flores son ojos que lloran al sentir el sonido del violín.
Con la ayuda de un torpe comisario aficionado a las salchichas y la cerveza local, el imparable Carter, al que interpreta magníficamente un Michal Docolomanský todo seriedad heroica, desfacerá el entuerto, entre disfraces imposibles, rifles solares, sombreros con hélices y bicicletas voladoras (y esto solo para empezar), guiños a los enmascarados que corren sobre los tejados y caminan paredes en vertical, a la capacidad deductiva y la displicencia de Sherlock Holmes, a los “gadgest” “bondianos” en versión retro, y así hasta pasado mañana.
Realizada con un derroche de barroquismo e imaginación a chorroen el que el maestro Oldrich Lipský explicita a las claras la verdadera naturaleza de esta escuela checa, que no pretende ridiculizar el material de partida sino reproducirlo desde el humor, el cariño y la autoconsciencia, un ejercicio post-moderno pero sin pamplinas de “auteur” ni desvaríos estupendos, muy al contrario, facturando un show artesanal divertidísimo para el público y por el público, sabiendo que la experimentación por la experimentación es un camino hueco, pero que en las coordenadas populares cualquier cosa, por muy descabellada o compleja que sea siempre acaba encontrando un hueco natural.
Muy buena la revisión de estas películas. Lástima que te la hayan COPIADO Y MUTILADO sin nombrar al autor en Filmaffinity (http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/704452.html)
¡No hombe!, en caso contrario sería al reves. Además me copiaria a mi mismo porque yo soy ben wade. La reseña en Fa es muy anterior a esta. Lo que ocurre es que utilizo esas miniaturas como semilleros para esto. Mira el primer post: https://esbilla.wordpress.com/2009/09/10/aqui-empiezan-los-tiro/
Si clicas en la foto de Franco Nero te lleva directamente a mi cuenta en FA. Estas quizás se parecen más pero la mayoría las dejo irreconocibles al fina, crecen y cambien tanto que terminan por ser dos cosas distintas.
En cualquier caso es de agradecer el aviso, Si me anduvieran palgiando desde luego querría saberlo. Pero no es el caso.
Fui un rendido admirador de Limonada Joe durante mi infancia. En Cuba se estrenó alrededor de 1965/66 y nunca volví a verlo. Pero no debí haberla olvidado cuando, casi 40 años después publiqué mi novela «La tremenda bruja de La Habana Vieja» (Edebé. Barcelona, 2001) donde el personaje del título crea una gaseosa maléfica para destruir el orden escolar. Esa gaseosa la llamé Cola-loca… exactamente igual que el genial Lipsky.
Lo primero bienvenido y lo segundo que no me extraña el impacto infantil de esa joya, era, literalmente, lo nunca visto. De todas cuantas he visto del checo sigue siendo mi favorita, especialemnte por Hogofogo, esto es, Milos Kopecky.