De neón, romanticismo y violencia: Drive, el estilo como lugar.

Drive es un thriller de diseño de cierta cualidad hipnótica y acariciante acabado, que viene a ser una evocación fantasmagórica del noir norteamericano entre los últimos 70 y la mitad de los 80, destilando, preferentemente, referentes al existencialismo Melville-pop de Walter Hill. Los paralelismos con su magistral pieza del 78 Driver son más que obvios. Allí un criminal dispuesto a cumplir su último encargo es perseguido por un policía dentro de un conjunto obsesivamente nocturno, abstracto y esencializado donde unos personajes sin nombre (el conductor, la jugadora, el policía) se relacionan/enfrentan en una ciudad convertida en estilizado decorado, a través de diálogos arquetípicos, fetichismo de los gestos y los objetos y magníficas personificaciones/caracterizaciones con aire de cómic, todo lo cual la emparenta con otra elegante pieza, desconocida por desgracia a cuenta de su exótica nacionalidad serbia titulada Beogradski Fantom, dirigida por Jovan B. Todorovic en 2009. Compartiendo Drive con ambas el tratamiento de la geografía y la geometría de la noche y la ciudad.

A este primer ingrediente de la gran evocación de una sensibilidad que es Drive –no un film con estilo sino un film sobre el estilo, la autenticidad enfrentada a la imagen/idea de al autenticidad- se suman otros elementos gemelos, todos partiendo de la misma base: la obsesividad nocturna entre azules y neones, la de Michael Mann, especialmente cuando busca parangonarse con la inimitable, fundacional, A quemarropa (John Boorman, 1967), la minuciosidad decorativo/bressoniana del Schrader de American Gigolo (1982), el diseño de los hermosos créditos remite con pocas dudas, o incluso el horterismo controlado (más o menos) del William Friedkin de Vivir y morir en Los Angeles (1985) o el neonoir de filiación clásica de Hal Ashby en Ocho millones de maneras de morir (1986), por citar algunos ejemplos de thriller ya que Winding Refn usa solo en parte la inspiración del policiaco, rellenando el resto con otra evocación paralela, más sutil, como es la de la comedia teenager de los 80.

¿Puede ser la pavisosa Carey Mulligan una recreación nostálgico-fetichista del imaginario de la Molly Ringwald de Dieciséis velas o La chica de Rosa corrompida y herida por un contexto sórdido del cual la salva otra proyección, no menos fetichista y además transgenérica, como es ese Lee Marvin guapo encarnado por Ryan Gosling? ¿Sublima la violencia devastadora de este personaje, trágico como todo buen héroe maldito, un doble fetichismo, otra vez d la imagen: el del espectador treinteañero que vibraba con las maneras de un thriller ya desaparecido y se emocionaba con la comedia noña que reflejaba sus angustias románticas? ¿John Hughes más ultraviolencia cool?No tanto pero casi. Los colores chiclosos y el romanticismo naif dirigen su mirada a aquella especie de subgénero hoy reivindicado (sic.) pero al igual que el resto en la película lo hacen desde una óptica gélida, nuevamente como cuestión de estilo, de puro diseño. Solo hace falta salir a la calle y mirar los escaparates para darse cuenta de que los ochenta han vuelto, o al menos la idea de los 80 como esta película es la idea de otras tantas. Los que no lo vivieron se sienten atraídos por los colores y las formas, levemente desafiantes, de la era desenfadada del post-punk. La generación que pasó allí su infancia, consumidores actuales, se dejan atrapar. La nostalgia es un arma tibia y a punta de esa pistola se vende lo que sea. La música lo supo primero, la música siempre lo sabe primero. El cine, la industria, se ha dado cuenta. Los 80 están en todos lados. Por ejemplo, que el Watchmen de Alan Moore se adaptase ahora tiene más que ver con las posibilidades de vender un producto que recicla el look y la sensibilidad de una década que con cualquier otra cosa. Me atrevería a decir incluso que la expansión imparable, la colonización prácticamente, de los blockbusters por parte de las franquicias superheróicas puede ponerse en relación directa con el consumidor masivo de esos productos en papel, que no son tanto los niños y adolescentes actuales, como los tardo adolescentes entre la treintena y la cuarentena que asocian el tebeo de superhéroes tanto a su infancia como a la edad dorada creativa que fueron los 80. La senda de gran aparte de la comedia actual es análoga en su melancolía de la década de los 80. Las adaptaciones de series como El equipo A o El coche fantástico (esta en remake televisivo) son un hecho. Drive, es, a su manera mucho más sofisticada, un producto de esta moda. Desde luego no es un producto burdo, usa materiales nobles (ignoro la novela homónima de James Sallis en la cual se basa, publicada en 2005, y con ello el grado de fidelidad del film al respecto, pero me atrevería a situarla en la órbita del Parker de Richard Stark/Donald Westlake), nunca oculta su voluntad referencial (guiños al thriller surcoreano tanto en puesta en escena como en su , a la par, estilizado y rotundo sentido de la violencia, a Gaspar Noé, a la estética rocker de los 50, e incluso, inopinadamente, al poliziotesco a’lla Umberto Lenzi en ese detalle de la bala tragada tomado del Roma a mano armata de 1976, en aquella ocasión con Maurizio Merli y Tomás Milian de por medio) y está rodada muy por encima de la media, revelando talento aparte de ese cálculo que la convierten en un elegante escaparate posmoderno. Hieratismo hecho para ser mirado. Dream pop cinemático.
No es un film comercial al uso, su ritmo es moroso hasta lo desafiante, contemplativo, su dramaturgia, de emoción envasada al vacío, aunque por desgracia para el resultado Winding Refn no termina de atreverse con el vaciado radical, lo que supone la persistencia de una historia vulgar, unas motivaciones cursi-tópicas y unos villanos y secundarios que son estereotipos de cuarta que lastran lo verdaderamente fascinante: la abstracción. Drive resulta un raro ejemplo de película que es mejor cuanto menos cuenta. Cuando se centra en recoger la acción, cuando se pega al conductor como a un fetiche (él es el objeto de seducción y no los coches tal y como podría parecer superficialmente: la montura no tiene importancia, es el piloto el que erotiza) su héroe absorbe en la tensión entre su economía hasta lo pasivo y el hecho de que cuando actúa lo hace de modo definitivo. Winding Refn permite que su poderoso sentido de la composición, idéntico al de su previa Valhalla Rising ,un trabajo tan irritante como estimulante que aplicaba idéntica lógica formal y rítmica al relato aventurero, acompañe al penetrante silencio, punteado espectralmente por Angelo Badaleamenti. A la vez versión clásica y modernizada del arquetipo que como muy bien señala la reseña aparecida en la web Dehparadox pertenece a una estirpe renovada: “Los nuevos (anti)héroes no disparan una pistola en 100 minutos de metraje. Usan martillos, porras, objetos, las extremidades o como recurso extremo, las culatas de sus armas como representación simbólica del desprecio a esos mitos a una pistola pegados (…)” . Pegado a este paradigma imperturbable el film emerge, abierto a todo tipo de cualidades existencialistas, pues su héroe es trascendente, e instantes como el escorpión, prestado de Kenneth Anger, respirando por si mismo en la espalda de la chaqueta más estilosa vista en el cine moderno justifican, casi, un film al completo.

17 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Una grata sorpresa, un film con estilo, multireferencial y cool como el solo. Hasta su aplicación de la violencia más bestia destila elegancia y fuerza en su propia ejecución.

    Y los títulos de crédito con el tema Night Call de Kavinsky (que no me canso de escuchar) me parecen magníficos, con toda esa urbe llena de nocturnas luces de neón.

    1. Pero le sobran, le sobran bastantes cosas: la historia es vulgar, los personajes son malos, los ralentíes demasiados… pero amigo, ¡cuando se concentra en el conductor! Entonces es otra cosa, un extraño híbrido de lo físico y lo etéreo. Me quedo con el Driver de Walter Hill de aquí a Lima pero esta certifica que Winding Refn puede tener algo interesante que decir, por lo menos no es un director adocenado y aquí rebaja la pretenciosidad de sus cintas previas de manera notable.

  2. jm dice:

    muy buena reseña y realmente interesante tu blog !

    pregunta: habra alguna reseña de Bronson ?

    saludos !

    1. Muy agradecido, muy agradecido.
      No habrá reseña de Bronson, no. La vía hace ya un tiempo y es un film que tiene sus cosas. Hardy impresiona y el tratamiento del personaje supera con mucho cualquier noción de biopic.En ese sentido es un film muy creativo pero termina por saturar.

      1. Roy Bean dice:

        Estupendo post, Arian, como siempre. pero ya que citas a Pyabck quiere decir ya la habrás vinsionao y que se me vendría encima una nube tags.

        Voy a serguir poniendme as día, un abrazo.
        Roy

      2. No la he visto todavía, no. Estoy a la espera de que reaparezca en la biblioteca la versión del director. A ver…

  3. David C. dice:

    Impactante película y la banda sonora sencillamente fascinante.

    1. Yo creo que, siendo un film muy interesante, con personalidad y demás, se está sobredimensionando un poco.

  4. Angel García Montes dice:

    Me pareció un ejercicio estético-fetichista, ecléctico en cuanto a forma, extraño en cuanto a resultado. Por una parte brillante -en especial la que concierne al protagonista, para quien parece haber sido realizada-, por otra parte zafia, y en muchos momentos artificiosa. Una pena porque parece una gran película a medio hacer. Como si el director supiera exactamente qué hacer en determinados momentos y se perdiera en otros. Con todo y para lo que se suele hacer hoy día, una película estimulante. Una mezcolanza atrevida entre Melville, Walter Hill, Mann y en ocasiones también Lynch.

    Fenomenal exposición, Adrián.

    1. Se agradece. Y la visita se agradece más. Creo que lo digo por ahí, es un ejemplo raro de película que es mejor cuanto menos cuenta. Si no contase absolutamente anda sería maravillosa, una pura abstracción, que es lo que sucede cuando se centra exclusivamente en el conductor, en su espacio, en su aspecto y en su medio. El resto es entre poco interesante o directamente malo.

  5. hecdeckard dice:

    Una interesantísima película, estoy muy de acuerdo con todo lo que dices, tiene grandes aciertos pero tal vez se quede un poco a mitad de camino. Gosling hace un personaje memorable, aunque también me gustaría destacar a Cranston y en menor medida a un Albert Brooks que está siendo algo sobrevalorado por su interpretación, pero que dentro de lo que cabe hace un papel que tal vez alcanza su clímax al final, cuando la extraña simpatía paterno-violenta que tiene con el protagonista se consuma.
    Una película de silencios, en los que la imagen rellena los vacíos que dejan las palabras.

    1. La película es buena, es diferente. Tiene un algo, su propio ritmo, se aparta de la corriente principal, está estupendamente bien rodada (pese a no estar tan estupendamente bien medida y ser más reiterativa que ascética)… Pero el recibimiento está siendo hiperbólico; un «en el país de los ciegos el tuerto es el rey». Llama la atención en un contexto paupérrimo en cuanto a un mínimo de creatividad dentro del cine USA de género (y del otro casi que también) pero no deja de ser material milimétricamente diseñado para el culto. Como digo por ahí es más un film sobre la idea del estilo que un film con verdadero estilo. Driver o Ladrón llegaron antes al mismo punto, Esto es un cover; bien hecho, pero un cover.

  6. Khonshu dice:

    Leyendo tu crítica da la impresión de ser casi una peli del montón y a mí en cambio me ha parecido de lo mejor del 2011.
    Coincido en que la historia es simplona y los personajes puro topicazo (y eso que tiene un reparto de lo más interesante). Pero precisamente creo que eso ensalza aún más la labor del director. Que con tan poco consiga algo tan potente creo que es puramente mérito suyo. Esta es su primera película con guión ajeno y logra convertir un thriller típico en una fascinante experiencia cinematográfica. Tira de homenaje y nostalgia a otra época, pero eso me parecen armas válidas a la hora de contar una historia.
    Reynolds está inmenso, cuando le dejan se come la película. Se ve que Winding Refn sabe elegir a sus actores protagonistas y darles libertad para que despliegfuen su talento (Hardy, Mikkelsen y ahora Reynolds).
    Una gran crítica, aunque me da que me gustó mucho más que ati, coincido en mucho de lo que apuntas.

    1. A mi me gustó pero creo que se la está sacando de madre. Es un facsimil, extraordinariamente rodado, pero un facsimil. Al mismo punto ya habían llegado bastantes películas antes y en conjunto tiene cierto tono de prefabricado para el culto con muchos ingredientes de moda, el principal la nostalgia de los 80. Pero también tiene ráfagas extraordinarias, un tempo desafiante en el cine del presente, un protagonista (personaje y acto) memorable pese a ser hijo y nieto de otros tantos y un acabado que es un primor.

  7. Khonshu dice:

    A mí es que todo eso que pones como puntos negativos no veo que tengan por qué serlo. Estando ya en el cine prácticamente todo inventado, no me parece un pecado homenajear a una película de más de 30 años (y más cuando no intentas ocultarlo en ningún momento).
    No creo que Drive pretenda ser original ni contar nada nuevo, se viste de nostalgia, pero dudo que pretenda reinventar más allá de lo visual. Y en cuanto a dirección no es para nada una peli superflua, puede convivir con dignidad entre sus referentes porque no creo que trate de desplazarlos, sino aportar un estilo diferente a la misma vieja historia.

    1. Yo no la niego desde luego. Simplemente pienso que se está sobredimensionando (que no sobrevalorando, ese palabro comodín a la moda). Es un film lleno de méritos, por supuesto, pero destaca más a causa de la indigencia creativa del cine norteamericano que tiene alrededor.

  8. ANTONIO dice:

    Es un peliculón !!!!! Lo opuesto en extremos a «Magic magic».La peli no tiene desperdicio.
    La historia de un temerario que se concentra en sus habilidades cuando trabaja ilegalmente sin reparar en los riesgos que eso supone y a la vez es un ser precavido en su dia a dia asume los mínimos riesgos posibles en la vida. Totalmente equilibrada. Hasta que llega una mujer y lo jode todo. El plan A se va al carajo. Y lo cambia todo por un Plan B: El amor. El final dice mucho del personaje.
    La parte que me sobra de la peli es cuando están comiendo Carey, su hijo, el marido que acaba de salir de la cárcel y Ryan. Una escena Inverosímil.

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